EDAD DEL ALMA

El que es niño

nunca madura.

El que es joven

lo será toda su vida.

El que es viejo,
seguro, 

nació cansado.

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El espíritu del hombre es en la edad del alma

lo que son los años en la edad del cuerpo

¿Qué edad dirías tener por dentro?

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Como hijo
comparé a mis padres
con un cuaderno borrador,
el que yo pasaría en limpio.

Ahora aquí estoy,
junto a mis hijos,
ensayando algunas copias.


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No te deshagas del bastidor
antes de trabajar en la tela.

CLAVES PARA CONQUISTAR

CLAVES PARA ELLAS



EL CHOFER

La que lo aborde debe habituarse a sus cambios.



EL FUTBOLISTA

Si no las domina, las patea.



EL TRAUMATOLOGO

Las prefiere quebradas.



EL ARQUEOLOGO

Entre más antiguas, para él, son más valiosas.



EL DENTISTA

Las deja con la boca abierta.



EL JOYERO

Las prefiere con sobrepeso, su obsesión son los “kilates”



EL CONSTRUCTOR

Se fija en la estructura y en la manito de pintura.



EL EMPLEADO BANCARIO

Las quiere por interés.

Si las conquista, ellas, pierden el interés.



EL DERMATOLOGO

Tiene fama de ir directo al grano.

Sin embargo, él dice ser de piel.



EL SIQUIATRA

Sin él se vuelven locas.

La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. El término proviene del vocablo latino humilĭtas.

Podría decirse que la humildad es la ausencia de soberbia. Es una característica propia de los sujetos modestos, que no se sienten más importantes o mejores que nadie pese a sus logros. Por ejemplo: “El campeón del último Grand Slam de la temporada mostró su humildad al pelotear durante más de dos horas con los niños que se habían acercado al estadio”, “La estrella de Hollywood hizo gala de su humildad al saludar a cada uno de los presentes”, “La humildad no es una característica propia de este cantante, quien siempre critica a sus pares”.

De la página DEFINICIONES

RAZONES NO SON AMORES

El mal,

da razones para odiar;

El bien,

da el amor para razonar.

INFIDELIDAD

Los hombre queremos ser  fieles,

 las mujeres no nos dejan.

Las estadísticas dicen que
los hombres somos más infieles,
pero lo que sucede es lo siguiente: 

La mujer engañada 

descubre siempre el engaño

y, además, no le interesa

 que todo el mundo se entere.

En cambio, el hombre engañado

vive sin saberlo y si lo descubre

es su secreto mejor guardado.

Por eso,

no creas en las estadísticas.