Despedirse no es fácil
si los sentimientos ahogan las palabras
y la mente se satura de recuerdos.
De ayer a hoy,
compartimos el camino en la misma dirección.
Si alguna vez un error
marcó tu existencia,
el perdón estuvo a la puerta.
Cuando era niño, muchas veces,
desperté llorando por haber soñado
este temido momento.
Ayer nos esperabas;
hoy, te debes marchar.
Estamos tristes, pero no nos dejas solos.
Tus nietos son la ofrenda
de amor y gratitud al despedirte.
Gracias Mamá por todo lo que nos diste.
Como las golondrinas emprenden el vuelo,
así tu alma vuela rauda a los brazos de Dios.
Más allá del horizonte, como ayer,
... nos estarás esperando.
¡Hasta pronto Mamá!